Mi historia con el Cacao Ceremonial
El Cacao Ceremonial: desde lo desconocido a parte intrínseca de mi Vida.
Hace varios años que el Cacao Ceremonial apareció en mi Vida. Normalmente, cuando me encuentro con personas y les hablo sobre el Cacao Ceremonial, siempre suelo observar varias reacciones, pero sobre todo, curiosidad e interés sobre el tema.
Hoy me apetece compartirte mi historia con el Cacao Ceremonial. Contarte cómo llegó a mi vida y como poco a poco fui profundizando en su uso hasta cómo terminé en Costa Rica estudiando sobre el Cacao con la familia de Cacao Magic.
El primer encuentro
Todo empezó en una tarde de octubre de 2018, en ese mismo año mi camino dio un giro de 360º que conscientemente decidí tomar porque mi vida no estaba alineada con lo que deseaba para mí. Esto implicó dejar todo lo que creía que debía estar haciendo para encajar en la sociedad y con el concepto de lo que yo pensaba que se “esperaba” de mí en la vida. Durante ese año me observé de manera muy profunda y honesta.
Siempre me ha encantado regalar experiencias a mis seres queridos. Por aquel entonces, vivía en la ciudad de Bristol (Reino Unido) y tras iniciar un bucle de búsqueda online sobre qué experiencia podía regalarle a mi pareja de aquel entonces, encontré en Facebook un evento de un Encuentro de Cacao. No tenía absolutamente idea de lo que eso significaba pero sentí una profunda curiosidad y que eso era exactamente lo que estaba buscando para nosotros. Así que, sin dudarlo, reservé dos espacios para la sesión.
Este encuentro en torno al Cacao ceremonial fue una experiencia centrada en la conexión con el Cacao y potenciada con la música y el canto. El facilitador y su pasión por el Cacao y la música fueron reflejados y compartidos durante toda la sesión. Tanto mi pareja de aquel entonces como yo nos sentimos en un profundo estado de sintonía y de armonía y llegamos a casa completamente fascinados por la experiencia que acabábamos de vivir.
Las primeras tomas de Cacao en casa
Tal fue la conexión que tuvimos con el Cacao que al día siguiente entré en un nuevo bucle de búsqueda online para conseguir Cacao Ceremonial y seguir experimentando en casa. No había ninguna intención, ningún objetivo, simplemente un interés y una curiosidad por probar el Cacao de nuevo y tranquilamente en casa. Encontré un proveedor de Cacao Ceremonial y pocos días después ya teníamos nuestro primer paquete de Cacao Ceremonial de la comunidad Asháninka de Perú en casa para empezar a experimentar.
Así comenzó todo, mi pareja y yo, creábamos nuestro espacio especial en el salón de nuestra casa y cada vez que lo sentíamos creábamos nuestras propios Encuentros con Cacao. Realizábamos nuestras propias experiencias en el salón de nuestra casa y ambos sentimos continuar cultivando esta conexión en la intimidad de nuestro hogar. Cada encuentro y toma con el Cacao era completamente diferente y nos iba revelando diferentes respuestas, experiencias y conexiones con nuestro interior.
La experimentación y el encuentro con el Cacao en Centroamérica
En diciembre de 2018 me surgió la oportunidad de trabajar como profesora de Yoga y practicante de Reiki en Nicaragua. Por aquel entonces, decidí llevar mi propio Cacao Ceremonial y mi propio calentador de agua. Las tomas de Cacao que realizaba por aquel entonces eran principalmente en la naturaleza, al lado del mar o en la cabaña en la que vivía en el medio de la selva. Este fue un maravilloso momento de experimentación y de conexión con el Cacao, en el que seguí conectando con lo que cada encuentro me proporcionaba.
Interesantemente, durante mi estancia en Nicaragua, terminé encontrando “por casualidad” Cacao Ceremonial, lo cual me permitió seguir experimentando con una nueva variedad de Cacao por mi cuenta. Asimismo, durante ese tiempo, cada vez que hablaba del Cacao, muchas de las personas que me encontraba me preguntaban si podía organizar Encuentros con Cacao. Sin embargo, mi integridad me guió a no comprometerme con ello hasta que encontrase una persona con la que estudiar, de la que aprender y con experiencia para enseñarme sobre la facilitación con Cacao Ceremonial.
Y así fue, en marzo de 2019, completé una formación de facilitación con Cacao Ceremonial en la casa de la familia de Cacao Magic en Costa Rica. En el corazón de la selva tuve la oportunidad de sumergirme en una profunda experiencia de vida en la que además de acceder a profundos estados de experimentación con Cacao Ceremonial, sintonicé con nuevos niveles de autoconocimiento, profundización y desarrollo.
Mi relación con el Cacao Ceremonial tras la experiencia en Costa Rica
Tras la experiencia en Costa Rica y de regreso al continente europeo, he continuado expandiendo mi relación con el Cacao Ceremonial hasta el día de hoy. He experimentado con variedades de diferentes sitios: El Salvador, Perú, Nicaragua, Costa Rica, Bali, Ecuador y Bolivia. Cada Cacao, de cada origen cuenta con notas características, con energías diferentes, que desde lo más evidente a lo más sutil pueden percibirse con los sentidos físicos y a nivel energético.
Mi relación con el Cacao está en constante evolución y expansión hasta el día de hoy. Cada experiencia con el Cacao me invita a abrazar nuevas profundidades de quién soy y, a la vez, de enraizarlas en la fisicalidad. Como parte de esa relación intencional, a día de hoy, en este espacio hay un currículum educativo que guía a las personas a desarrollar y anclar su propia relación intencional con el Cacao desde un espacio intencional, informado e integral.
Tu propia experimentación con el Cacao Ceremonial
Si sientes la llamada a embarcarte en tu propia experimentación con el Cacao Ceremonial a tu propio ritmo y desde ya puedes echar un vistazo a los cursos disponibles en la Academia Cacao Sincronía.
Hay variedad de cursos desde nivel experimental e iniciación hasta nivel profesional.
Si sientes la llamada, puedes echar un vistazo a las posibilidades disponibles haciendo clic a continuación.
Deseo que hayas disfrutado con estas palabras y que te hayan permitido transportarte conmigo en mi propio camino de experimentación con el Cacao Ceremonial.
Un abrazo,
Almudena