Páginas matutinas: la pausa

Es jueves por la mañana. Hoy me levanté sin despertador. Mi cuerpo anhela profundo descanso y eso es lo que intento proporcionarle, sin resistirme. Escucho lo que realmente necesita, sin juicio.

El cuerpo es sabio y únicamente tengo que encargarme de sintonizar con los mensajes y percepciones que me envía y atenderlos con aceptación y respeto.

Hace una hermosa mañana de primavera aquí en el hemisferio Sur. El cielo está despejado y el sol brilla. Hay un frescor agradable en el aire que limpia, purifica y revitaliza.

Afuera el bullicio del mundo se siente. La población comienza a moverse. Me pregunto si soy la única persona del mundo que anhela descanso profundo y nutrición.

Estoy escribiendo en cama. La ventana está abierta y los rayos del sol acarician mis piernas. Antes de sentarme a escribir preparé una tetera de té verde Gyokuro, encendí una vela y me puse mis pendientes preferidos.

Aunque todavía estoy en pijama son estos pequeños grandes detalles de belleza los que me permiten apreciar mi entorno y crear una tonalidad específica para sentarme a escribir.

Abrazar lo que es

Aunque dormí más que suficiente todavía me siento cansada e intento aceptarlo.

Tengo la sensación de que nuestro colectivo se siente drenado y fatigado. Como si la mayor parte de la sociedad se encontrase en un estado de automatismo en el hacer sin parar o en un estado de conformismo, como si no se pudiesen cambiar las circunstancias de nuestra realidad.

Cierro los ojos durante unos instantes para pausarme y saborear el instante. Si no creo estos espacios de pausa, a veces, me dejo llevar por el bucle de la marea del hacer. Y esto, sin equilibrio, solamente me drena.

Mi relación con la pausa

Últimamente sobre lo que más escribo en mi libreta es sobre la calma y la pausa. Esos son los ecos tangibles de lo que mis adentros reclaman: una llamada profunda a la nutrición y a un ritmo más acorde con los ritmos orgánicos de la Tierra.

Los últimos 6 años de mi vida se han basado en eso, en aprender a escuchar los ritmos naturales de mi cuerpo y actuar en correspondencia a ellos.

A día de hoy, muchas veces, cuando me pregunto qué es lo que necesito a un nivel profundo, la respuesta honesta y auténtica que brota en mi interior sigue siendo: “abraza la pausa, el descanso y la nutrición. Propórcionate lo que realmente necesites independientemente de lo que el mundo haga o diga”.

“¿Todavía más descanso y nutrición?” Me pregunto a mí misma entre risas. A veces tengo la sensación de que mi vida es parte de un guión de una comedia cósmica.

La respuesta que escucho es: “sí, todavía más descanso y nutrición. Escucha lo que tiene sentido real para ti y actúa acorde a ello”.

Mis experimentos con la pausa

He estado jugando mucho con la noción de pausas y descanso en el día a día. Intentando encontrar el equilibrio entre ser y hacer. El dilema es que el mundo externo predominante sigue en un estado de plena acción y aceleración.

Lo que he observado hasta ahora en mi propia experimentación es que las pequeñas pausas nutritivas me permiten llenar mi pozo interno y escuchar qué ocurre adentro para poder continuar moviéndome afuera en correspondencia.

Si no creo esas pausas y momentos con sentido para mí tengo la sensación de vivir como “un pato mareado”. Solamente haciendo porque hay que hacer.

Cuando entro en ese bucle todo se siente como un sinsentido. Mi alma percibe la extenuación y la vida pierde la fuerza de sus colores, aromas, sabores, sonidos y texturas.

La pausa como antídoto

La pausa, paradójicamente, es el bálsamo que me permite crear más espacio y tiempo. Es como si al pausarme el tiempo se hiciese más maleable. Esto, a su vez, me permite moverme afuera con más amplitud, diversión y abrazando una sensación de juego.

Sin duda, no he encontrado la receta o la fórmula perfecta para mí. Hay días que lo implemento con más gracia y fluidez y otros en los que acabo siendo “el pato mareado”.

Me abro a aceptar que soy humana y que solo estoy aprendiendo. Que no tengo que ser “perfecta” sino ser quién soy ahora y vivir plenamente con todo lo que habita en mí.

¿Cuál es tu experiencia con la pausa?

¿Tú también estás sintiendo esta llamada a la nutrición, a la pausa y a la quietud?

¿También sientes que, a veces, es difícil conciliarla con el ritmo y el ruido predominante colectivo?

¿Cómo implementas tus momentos de pausa y nutrición en tu día a día?

Me encantaría que me contases. Te leo.

Un abrazo,

Almudena

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